domingo, 27 de mayo de 2012

Indiferencia es un insulto

Imagínate que se te acerca una de esas personas altamente parodiables que te odian (ellas sabrán por qué). Yo tengo algunas de ellas, seguro que tú también. En mi caso, ahora mismo me imagino muy bien a una. Se acerca así como renqueando, con los rizos recogidos tras una diadema gris o mediomoño al más puro estilo portera de 13 Rue del Percebe, y con una camiseta de esas que resbalan y dejan ver el hombro, pero ella la lleva desgarrada (la ha roto ella misma en un alarde de creatividad) y con otra camiseta debajo. El sumum de lo elegante. Mas las chanclas de rigor. Claro.
Pues se acerca con esos aires de creerse más chula que un ocho, sin ser consciente la pobre de que la cara de asco que arrastra rompe todo el encanto (siendo muy optimistas, porque su nariz tampoco ayuda) que pueda tener su jeta.
En fin, tú imagínate tu gárgola particular, que seguro que alguna tienes.
Lo que decía, se acerca y te suelta cualquier bordería suya. Del estilo de qué haces aquí, ser despreciable, hijaputa, quién te crees que eres, etc.
Y entonces tú la miras, sonríes un poco, como diciendo, perdóname, que creo que te has equivocado o qué sé yo. Y le dices:
- ¿Tú eres...?
Y lo dejas en el aire, sin acabar, porque la verdad es que no tienes ni idea.

4 comentarios:

  1. Puf, hija, gracias a dios no me he topado todavía con nadie así...

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  2. ¿No tienes ninguna gárgola? ^^

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  3. Porque no hay mejor desprecio que no hacer aprecio xDDDD

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  4. Fehimé, tú sabes por telepatía quién es mi gárgola xD

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