domingo, 27 de mayo de 2012

Indiferencia es un insulto

Imagínate que se te acerca una de esas personas altamente parodiables que te odian (ellas sabrán por qué). Yo tengo algunas de ellas, seguro que tú también. En mi caso, ahora mismo me imagino muy bien a una. Se acerca así como renqueando, con los rizos recogidos tras una diadema gris o mediomoño al más puro estilo portera de 13 Rue del Percebe, y con una camiseta de esas que resbalan y dejan ver el hombro, pero ella la lleva desgarrada (la ha roto ella misma en un alarde de creatividad) y con otra camiseta debajo. El sumum de lo elegante. Mas las chanclas de rigor. Claro.
Pues se acerca con esos aires de creerse más chula que un ocho, sin ser consciente la pobre de que la cara de asco que arrastra rompe todo el encanto (siendo muy optimistas, porque su nariz tampoco ayuda) que pueda tener su jeta.
En fin, tú imagínate tu gárgola particular, que seguro que alguna tienes.
Lo que decía, se acerca y te suelta cualquier bordería suya. Del estilo de qué haces aquí, ser despreciable, hijaputa, quién te crees que eres, etc.
Y entonces tú la miras, sonríes un poco, como diciendo, perdóname, que creo que te has equivocado o qué sé yo. Y le dices:
- ¿Tú eres...?
Y lo dejas en el aire, sin acabar, porque la verdad es que no tienes ni idea.

domingo, 20 de mayo de 2012

Nuevos amigos

Camina erguida, a medio camino entre la serenidad y la cautela. Tiene ojos inteligentes, atentos. Observa los detalles. Es muy expresiva, pero de una forma sobria; combina una elegancia natural con unos movimientos secos con un punto masculino. Su mirada revela a la vez seriedad y una gran dosis de humor. Su sonrisa es dulce, y al esbozarla, se adivina en la mejilla derecha un hoyuelo... Es aplicada y perfeccionista, rozando lo estricto; pero esto es aprendido, su naturaleza es benevolente. Destaca en ella un gran sentido común. 


(fragmento de mi cuaderno de notas, no del libreto)


Es Goi, uno de los personajes femeninos de la obra teatral que estoy escribiendo ahora. O al menos es como la imagino. 
Goi es el segundo personaje que más me gusta de la obra, sólo por detrás de la protagonista (o una de ellas). Pero esa es otro personaje, y hablaré de ella en otra ocasión...

Es la primera vez que, a mi juicio, los personajes femeninos de la obra son mucho más interesantes que los masculinos.

jueves, 17 de mayo de 2012

Presentación tardía

¡Hola!

Información sobre este blog:

- Es totalmente cierto que no hay erizos en Oceanía. Ni en América del Norte. Las dos cosas constan en el título (y subtítulo) del blog, y son lo único que puedo asegurar que es 100% verídico, sin licencias poéticas ni nada.

- Cada comentario será agradecido y celebrado, aunque sólo sea de dos palabras. Se puede comentar en cualquier idioma (¿habéis visto qué traductor tan maravilloso ofrece Google como complemento para el blog?), pero preferiblemente en castellano, inglés o alemán. Por comodidad.

Salvo que haya preguntas, creo que eso es lo más importante.

La cuenta atrás

La Ópera a oscuras. Sólo unas pocas luces del escenario están encendidas. El patio de butacas, somnoliento, aún dormido en las últimas filas. Los tres anfiteatros vigilan desde la oscuridad lo que sucede abajo. Todas las puertas están cerradas: hoy no hay representación abierta al público. Los pasillos de mármol blanco, los largos escalones redondeados que llevan a los pisos superiores, el recibidor con las columnas, todo está vacío y expectante, extrañado por la anómala situación.
Yo estoy encaramada a una de las escaleras negras que unirán el foso de la orquesta con el mundo real. De momento, está colocada a un lado del proscenio, por lo que sentada en uno de los escalones más altos tengo una vista privilegiada de todo lo que sucede en el escenario. Para alguien bajito, como yo, es una ventaja.
El decorado, un coloso de madera de proporciones monstruosas, gira mostrando cuatro entornos diferentes. Algunas veces, los actores caminan sobre él mientras se mueve. El efecto es impactante, aunque sólo sean por las dimensiones del asunto; no todos los días se ve en movimiento a un gigante.
La que más me gusta de las actrices (no hay un segundo sobre el escenario en el que no esté actuando, ¡y qué bien actúa! ¡y qué voz!) se sienta a mi lado en las escaleras y me murmura un comentario al oído. Nos reímos por lo bajo.

Estrenamos en dos semanas. 

domingo, 13 de mayo de 2012

Encuentro a medianoche con el Erizo

Volvía de la ópera, a media noche, cuando vi una figura abultada en la carretera. Me acerqué, pensando en comunicarle, fuese quien fuese, que no era buena idea estar allí a aquellas horas, que los semáforos están apagados y los coches circulan como si no hubiera mañana. Me sorprendí mucho al ver que era un erizo.
Después de varios años de profundos diálogos con mi querido amigo erizo, la verdad es que sólo una vez en mi vida me había encontrado cara a cara con él, en un espacio abierto (no quiero hablar de erizos enjaulados), y la verdad es que no tan de cerca. Así que, dado que era nuestro segundo encuentro, me arrimé un poco. Buenas noches, erizo. Y tal. Y resultó que de alguna forma había acabado allí, bajando seguramente por accidente el bordillo de la acera, y ahora ya no podía volver a escalar dicho bordillo maldito. Que lo llevaba intentando un buen rato, y nada. Un problema, vaya. Así que, muy dispuesta a echarle una mano, lo cogí. Al principio se erizó, porque qué confianzas son esas, etc., pero luego coincidió conmigo en que era la mejor forma de solucionar aquella incómoda situación. Lo dejé en la tierra junto a unos matorrales. Muchas gracias, hasta pronto, buenas noches, y se fue muy contento.
Siempre vuelvo a mirar debajo del matorral cuando vuelvo a casa a medianoche, pero no lo he visto más. No es de extrañar, porque los erizos caminan varios kilómetros cada noche. Tienen demasiadas cosas que ver en el mundo y no es cuestión de perder el tiempo.